Alex Mercado Trío, en el aniversario de The Music Village

El sábado pasado tuve el gusto de visitar una vez más The Music Village, a propósito de su séptimo aniversario, en manos del Alex Mercado, Gabriel Puentes y Agustín Bernal.

El evento presentó música de los tres discos de Alex: The Watcher, Symbiosis y Refraction. La influencia de música clásica está muy presente en su obra, pero la elasticidad de sus movimientos con brotes jazzísticos, crean una entropía de ideas que poco a poco van resolviéndose en un mundo místico que, a juzgar por los discos, podríamos visitar tres mil veces y siempre encontrar algo nuevo.

Algo que me interesa mucho de Alex es la evolución espiritual que proyecta en sus composiciones; Refraction es el único, hasta ahora, en el que Alex improvisa todo el tiempo, sin compañía de otros músicos. Podría apuntar que la pureza que implica el conocimiento que una sola persona tiene de sí misma, y de lo que quiere proyectar en sus receptores, va a tener un impacto muy particular. El mismo Alex decía durante el concierto que Refraction habla del artista como un “prisma que absorbe la realidad”, y del arte como la “refracción de la vida misma”. Me recuerda a Umberto Eco (2005) cuando anuncia que:

“El proceso de formación y la personalidad del formador coinciden en el tejido-objetivo de la obra sólo como estilo. El estilo es el “modo de formar”, personal, inimitable, característico; la huella reconocible  que la persona deja de sí misma en la obra; y coincide con el modo en que se forma la obra. La persona, por lo tanto, se forma en la obra: comprender la obra es lo mismo que poseer la persona del creador hecha objeto físico” (p. 30).

En este sentido, escuchar Refraction significa percibir la realidad única de Alex Mercado, una realidad fantástica.

Sin embargo, debo subrayar que me sorprendió la profunda comunicación musical entre Alex, Gabriel y Agustín. Hubo muchísimos diálogos interesantes entre ellos. La afinidad que construyeron a través de las grandes posibilidades de cada uno derivó en un tremendo complejo musical. Esto debería pasar en todos los conciertos, de cualquier tipo de música, pero no siempre es así. Incluso entre las piezas más aceleradas se veían grandes engranajes sin que un sonido correteara o se ensimismara en otro; con esto quiero decir que fue notorio el respeto y la comunión artística que existe en este trío.

“Al dar vida a una forma el artista la hace accesible a las infinitas interpretaciones posibles. Posibles, porque ‘la obra vive en sólo en las interpretaciones que de ella se hacen’, e infinitas, no sólo por la característica de la fecundidad propia de la forma, sino porque frente a ella se sitúa la infinidad de personalidades interpretantes, cada una con su modo de ver, de pensar, de ser. La interpretación es ejercicio de ‘afinidad’, basada en esa fundamental unidad de los comportamientos humanos postulada por un mundo de personas (y postulada también, a nivel empírico, por la continua experiencia de la comunicación de que hacemos uso viviendo); la afinidad supone un acto de fidelidad a lo que la obra significa y de apertura a la personalidad del artista; pero finalidad y apertura son ejercicio de otra personalidad, con sus alergias y sus preferencias, sus sensibilidades y sus cerrazones” (p. 32).

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Creo que los momentos más notables del concierto fueron Brue’s Blues, una composición que Alex dedicó a Brubeck: las disonancias con las que presentó este tema me recordaron convulsiones de la magia de Thelonius Monk; y Nostalgia de otro mundo, del disco The Watcher.

Gabriel Puentes demostró, además de ser un baterista tremendo, que los sonidos suaves se llevan con la rapidez y la belleza. Por su lado, qué puedo decir de Agustín Bernal, quien hace parecer que tocar el contrabajo es fácil.

Finalmente, aplaudo al recinto que Fausto Villanueva ha construido por amor al jazz. Fue un placer ver la casa llena de melómanos y saber que todavía existen grandes personas que aportan al género sin buscar recortarle o deformar su personalidad.

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Bibliografía: Eco, Umberto (2005). La definición del arte. Ediciones Destino: España.