I Can’t Believe it’s Not Jazz: Festival de Jazz Internacional de Polanco

Por: Estefanía Romero

Me explicaré por partes… Por cierto, esta crítica es únicamente sobre el primer día del Festival.

 

El principio del fin: Paula Segura

Querido lector, antes de que usted me juzgue de ser un ogro malintencionado, no me dejará mentir: en otros países existen niños prodigios como Joey Alexander, o en su momento Hiromi Uehara (cuyo maestro fue Oscar Peterson). Entonces, ¿por qué en México, al presentar un festival de jazz internacional, en la capital de nuestro país, ponemos al frente a Paula Segura?

La aparición de esta niña de aproximadamente 11 años fue dolorosa; al parecer nadie ha tenido la sensatez de pedirle que se dedique a cualquier otra cosa que no sea la música; en particular porque se comentó que desde los 4 años ha estado aprendiendo dicho arte, lo cual no demostró en algún segundo de su ejecución. Paula no tuvo la menor idea de lo que estaba haciendo, estaba fuera de tonos, su pronunciación del inglés es deplorable y carece de técnica alguna de canto.

Se anunció a Luis Martínez como su maestro de música y pianista acompañante, primer culpable de esta presentación. El talento quizás exista pero, es un hecho, y en esto te insistirán todos los grandes músicos, que la práctica es lo que hace al artista virtuoso. Aquí fue notable la falta de empeño tanto del maestro como de Paula, quien claramente no nació con talento y cuyo trabajo no ha sido suficiente para adquirirlo.

 

Matilde

Banda que apoyo desde hace mucho tiempo, sobre todo porque me encanta el timbre y el manejo de la voz de Mad, la chica que está al frente. Me ha dado gusto infinito verlos caminar con su proyecto. Sin embargo, Matilde no es jazz.

La desinformación sobre lo que es este género es lo que está mermando su desarrollo en el país. A mí me ha fascinado ver a Matilde en foros de rock, es posiblemente la mejor banda dentro de las que se acercan más a su concepto, en esta época y contexto; imaginé que tendría un acercamiento más desarrollado sobre el género que se esperaba escuchar para este evento, dado el título del festival, pero no fue así, en general creo que han tenido presentaciones más interesantes.

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De entrada tuvieron problemas de audio bastante notorios, muchos instrumentos no se escucharon, lo cual es culpa total del ingeniero de sonido, a quien se designó la tarea de administrar las dimensiones acústicas del foro y cuyos conocimientos son evidentemente nulos. Más allá, es una banda integrada por demasiados instrumentos, bastante desaprovechados, me parece que limitaron sus tiempos para desenvolverse y que las decisiones que tomaron al respecto mermaron un poco la calidad de este show. En fin, a Matilde hay que escucharla en su entorno, donde se puede apreciar con mayor claridad lo que hacen.

 

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Joe d’Etienne Big Band… e Iraida Noriega

Al inicio me dio gusto, comenzaron con Caravan, uno de los standards más melódicos y fáciles de apropiarse. Los instrumentos estuvieron bien utilizados y fue bastante agradable. Sin embargo hubo un error abismal: El director la presentó como “Caravan, de Whiplash”. En ese momento Duke Ellington se volvía a morir.

Metieron un par de bailarines que me parecieron más bien un pretexto para llamar la atención. Hubiera deseado que fuesen expertos, pero por lo visto los niveles de calidad aquí no eran requeridos. Si no iban a hacerle un digno homenaje a Fred Astaire y Ginger Rogers, su presentación no valía la pena.

De nuevo, el ingeniero de sonido se lució por su mediocridad. Se escuchó un desorden crónico que daba la sensación de que existía algo pastoso en el aire. La batería tenía un retraso constante; nunca se escuchó el piano, más que en los cortos momentos que sonó a solas, lo cual lamenté mucho, pues Christian Bernard es un gran músico.

Se tocaron dos sambas bastante precarias, diría que ambas se escucharon igual todo tiempo. Este género tiene una bastedad de posibilidades rítmicas, que jamás salieron a la luz en este ensamble.

Segundo horrible y trágico error: Iraida Noriega. Que alguien me explique en verdad por qué siguen repasando la idea de que se trata de la mejor cantante de jazz en México. Explicaré por qué no amerita dicho título: 1. Su voz intencionalmente nasal es probablemente su toque característico y, quizás por gusto propio, me parece antiestética, también es posible que tenga esa opinión dado que hace años una gran soprano me comentó “si canta con la nariz es porque no sabe hacerlo”; 2. hace lo mismo que la mayoría de las cantantes mexicanas, reposar tranquilamente en la hamaca confortable del bolero; 3. a veces está afinada, pero si este fuera el único requerimiento para ser un gran cantante, no existirían los virtuosos; 4. cada vez que hace un salto considerable de registro se desafina; 5. sus scats fueron en realidad progresiones ensayadas (I can’t believe it’s not scat); 6. comenzó a improvisar una especie de son jarocho, es decir, repitió la misma línea melódica una y otra vez, a la que de repente insertaba falsetes poco controlados, mientras llamaba la atención de un público evidentemente acostumbrado a que les den shows tipo Televisa para poder poner atención.

Lo único lindo de la antiaportación de Iraida a esta big band, fue el momentito en que Joe d’Etienne salvó con su brillante trompeta.

 

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Aquí quiero subrayar algo: Esta orquesta definitivamente no mostró arreglos magistrales, como se anunció en algún momento, pero eso no significa que quizás tenga mejores proyecciones en otros foros… habrá que seguirla de cerca. También me quedé con la gran curiosidad de saber qué pasó atrás de ese festival, qué condiciones les pusieron, porque dudo que músicos tan preparados hayan tenido que presentar piezas tan limitadas.

Comentaré un tinte lúdico que se agregó a esta velada, alguien gritó pidiendo a “¡Charlie Parker!”, entre uno y otro bolero de Iraida. Eso sí me gustó, porque o esa persona no tenía la menor idea de lo que él mismo intentaba aportar, o quería marcar la distinción brutal entre lo extraordinario y lo que no lo es.

 

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Big Band Jazz de México

Lo mejor del evento. Sin embargo, al abrir tuvieron un tono como de show de variedades, lo cual sucedió en varios de los arreglos que unían a la banda completa; sin embargo, fue un show interesante gracias a que esta banda estuvo integrada por excelentes músicos, cuyas aportaciones individuales salvaron la noche.

Las percusiones se lucieron bastante, mis aplausos al baterista, en particular. El pianista magnífico metió algunos tumbaos a la hora del latin jazz, lo cual no sé por qué, irónicamente, casi no se acostumbra en México. Además, tuve el gustazo de por fin escuchar a Mario Patrón, mis respetos de lo que logra al teclado. En algún momento hubo un duelo entre pianista y tecladista, sin duda, la única parte notable de toda esa noche, aunque limitada de nuevo por las facultades inexistentes de ingeniero de sonido, quien colocó la bocina de cada instrumento en un ángulo totalmente desequilibrado, lo cual generó incomodidad a la hora de apreciar lo que sucedía.

Todo iba bastante bien hasta que entró una cantante, no de jazz, sino con un estilo como de pop gringo, no genial, pero sí agradable. Después esta chica disfrazada de Jessica Rabbit comenzó a cantar alguna canción romántica, al instante tuve la impresión de estar escuchando a Lupita D’Alessio después de que esta se comiera a Pocahontas, por esa mezcla horrible de lamento mexicanesco con princesa de Disney, a la que tanto han acostumbrado a las masas.

Al final apareció un cantante a presentar una suerte de popurrí de boleros (para variar), pero la voz de este señor al menos era encantadora y sus articulaciones se acercaron ligeramente más al sonido de los standards.

 

Conclusión dolorosa

Eddie Schwartz, el organizador de este festival, claramente no tiene ni la más remota idea de lo que es jazz. El ingeniero de sonido no demostró un dejo de conocimiento alguno. Los músicos fueron condescendientes para adaptarse a un concepto desequilibrado de lo que creen que le gusta a las audiencias, y quizás en ese mismo se estén equivocando bastante puesto que el festival se fue vaciando a la mitad de la presentación de Joe d’Etienne; hacia el final se encontraban menos de la mitad de los asistentes.

El público sigue desinformado sobre lo que es el gran género; por lo tanto, el jazz real continuará siendo menospreciado y diluido en este país.

Es lamentable que marcas como Tommy Hilfiger y American Express, entre otras, estén dispuestas a patrocinar un evento tan mal realizado. Es magnífico que se apoye al jazz, pero al jazz real, de lo contrario es como contrarrestar los avances que verdaderos proyectos del género están logrando en México.

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Para cerrar este artículo, insistiré en que la información y la crítica son importantes si queremos crear una escena artística real de jazz en México; saber nuestros errores nos tiene que empujar hacia la excelencia; es por ello y no más, que citaré algo que sí es original de Whiplash:

“There are no two words in the English language more harmful than ‘good job’.”

(“No existen dos palabras más dañinas en el lenguaje inglés que ‘buen trabajo’.”)

-Terence Fletcher

 

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El Festival de Jazz Internacional de Polanco (o al menos el primer día) no fue un buen trabajo… estuvo a años luz de serlo.