El sonido del color: Exclusiva con Lalo Schifrin

Por: Estefanía Romero

“El trabajo de Lalo Schifrin es espectacular”

CBS Sunday Morning News

“Un músico de imaginación y habilidades excepcionales”

Los Angeles Times

“Tal inteligencia, tal refinamiento, un músico de alcances lejanos.”

La Revue Musical, Paris, Francia.

 

La música del cine de los años 60 vivió una dramática revolución. La orquesta sinfónica se fusionó con el jazz, en gran parte gracias al compositor argentino Lalo Schifrin. Si viste Misión imposible, o Enter the Dragon, ya has escuchado las obras que le hicieron popular. Más aún, si conoces La Gillespiana, es porque tus oídos acariciaron la suite que Lalo le escribió a Dizzy Gillespie en la época que precedió la colocación de Schifrin como uno de los personajes más importantes en la historia de la música y del cine.

Lalo tiene un sinfín de álbumes de música que escribió y arregló para orquestas, televisión, documentales y películas. En lo personal, yo disfruto mucho ver sus conciertos en video, pues en estos se puede apreciar el virtuosismo con el que dirige sus ensambles.

Hace unos días le presentamos Bop Spots a Lalo y tuvimos el inmenso placer de que este personaje nos aceptara una entrevista exclusiva. Aquí les comparto la aventura telefónica que tuve con el maestro Schifrin.

Foto del archivo de Lalo Schifrin.

 

18 de enero, 2017. CDMX-Beverly Hills

 

45 minutos antes de la entrevista telefónica con Lalo, me siento en el lugar más recóndito de un enorme café para conectar las grabadoras de la laptop y de mano. Hacemos pruebas de llamada y de sonido. Pido al mesero que baje el sonido de la música en el cuarto reservado para la gran aventura. Llamo a Lalo, a su casa en Beverly Hills, pregunto si el compositor ya está listo para la conversación.

Pongo altavoz al celular y el sonido no funciona. Quito el altavoz. Agradezco a Lalo el honor de atender mi llamada y le pido con una vergüenza profunda la posibilidad de devolverle la llamada en unos minutos. Me responde con elegante acento argentino: “No, yo no tengo tiempo…”. Escucho un discurso largo y entrecortado. Me levanto para buscar un lugar en el que pueda escuchar claramente. Me disculpo de nuevo, le pregunto si podríamos reagendar la entrevista; insiste en que no tiene tiempo, pues está dedicado a crear. Acelero el paso en la búsqueda de un lugar para encontrar la señal que necesito. Alcanzo a entender que Lalo me pide que lo comprenda, como él comprende que este es un problema de la telefonía. De repente me encuentro corriendo y gritando por los tres pisos y todas las salas, para que él también alcance a escucharme.

Me siento en la última esquina del lugar. Cabe mencionar que salirme del recinto no era opción pues el ruido de la calle en Mariano Escobedo a la hora de la comida es monstruoso. El miedo me colorea la frente. Descanso derrotada. Entonces la voz de Lalo se escucha clara y precisa, me dice: “¡Aquí sí la escucho!”.

Comienza la conversación. En un segundo me devolví a los años cincuenta: escribo las respuestas de mi interlocutor en una libretita, juego con la mano para ver mis apuntes y a la vez taparme el oído desocupado con el fin de bloquear el sonido exterior.

“Querido Lalo, es un honor platicar contigo. Eres uno de los grandes creadores en la historia de la música y el cine.” Se adelanta a mi pregunta y me dice “es curioso, se trata de toda la música, se trata de todas las eras; música del Renacimiento, Mozart, Beethoven… el jazz, ¡el jazz es muy importante! O es buena música o de la otra no hablemos.”

Inmediatamente me cuenta cómo se acercó a la composición musical para cine: “se trata de lo que yo llamo contrapunto audiovisual”, el cual explica a través de sus experiencias: cuando era niño su padre lo solía llevar a museos y a conciertos de la Filarmónica de Buenos Aires, viajes que le empujaron hacia una curiosidad bastante particular: “¿cuál es el sonido de esta obra?”, se preguntaba. A los 12 años, una duda hondó su mente y ésta representó el vértice definitivo hacia su destino artístico: “¿cuál es el sonido del color naranja?”, se imaginó que la respuesta sería la combinación de La y Si Bemol en un clavecín.

También se inspiró en algunos secretos que descubrió de la música: su amor a la ópera enardeció su interés por el cine: la mezcla de ideas dramáticas junto a los colores y la forma.

-Lalo, tú fuiste el que fusionó el jazz con la música sinfónica.

-¡Así es!

-¿Cómo llegaste a esa decisión?

-¡No fue una decisión difícil!

-Han pasado más de 60 años entre tu primera película Venga a bailar el rock (1957) y Street Water, que se estrenará en el 2019. ¿Cómo ha cambiado tu proceso creativo?

-Yo no pienso en eso. ¡Ahh! Eso sí, nunca me propuse hacer algo comercial. Cuando escribí Misión Imposible nunca me imaginé que iba a ser tan popular. Cuando vi el piloto, no tenía la menor idea de que iba a escribir ese tema.

The Plot fue utilizado como el primer tema de fondo para Misión Imposible; “era una especie de marcha y se trataba sobre las intenciones de cumplir objetivos”, nos cuenta Lalo. Fue muy bien aceptada. La cabeza del estudio le dijo al productor, Bruce Geller, que la música funcionaba muy bien con la acción de la pantalla. Sin embargo, precisaban otro tema para el título principal y los créditos finales, con el fin de llamar la atención del público. Bruce Geller le dijo a Lalo que necesitaban una marca musical; en caso de que la gente estuviera en la cocina bebiendo Coca-Cola y la televisión estuviera encendida en la habitación, ellos deberían reconocer una pieza instrumental simple que pudiera mandarles el mensaje instantáneo: “¡Misión imposible está sonando ahora!”.

Fotógrafo: Joel Lipton.

-¿Cómo vive un joven compositor en Nueva York en los años 50, con todo un nuevo horizonte para su vida como artista?

-Es enorme.

Lalo recuerda que el presidente de los Estados Unidos por aquellos años patrocinó viajes de artistas a otros lados del mundo, como Buenos Aires, Venezuela, Perú y Chile. Duke Ellington, Count Basie, grandes orquestas con grandes arreglos pudieron llegar a estos lugares. Lalo piensa que Estados Unidos llevó a cabo esta misión para atraer la atención a través de sus músicos, en una época de tensión provocada por la Guerra Fría. La gran potencia necesitaba que el mundo estuviera a favor de ellos y no de Rusia.

Fue gracias a esto que Dizzy Gillespie viajó a Argentina y se topó con la orquesta de jazz que Lalo Schifrin tenía en sus manos. “No sólo le encantó cómo tocaba el piano, también le encantó la manera instrumental de comportarme. Dizzy me invitó a cenar. ‘Fui a todos los conciertos’, me dijo, ‘¿quien escribió la música?’. Yo”. Entonces me invitó a Estados Unidos”.  Fue así que Lalo se convirtió en el director musical de Dizzy Gillespie por unos años.

-Lalo, tus hijos son artistas. Se dedican al cine, escriben, dirigen, otro es diseñador. ¿Cómo te hace sentir esto?

-Orgulloso. Yo ya lo hice. Ahora ellos tienen que hacerlo.

-¿Es tan difícil la vida de un latinoamericano en el arte?

-Hay artistas. Existe Amado Nervo, Villalobos… y muchos más. Sí hay grandes artistas latinoamericanos.

-¿Qué le recomiendas a los jóvenes compositores?

-Estudie y estudie, practique y practique.

Lalo hizo mención sobre algunos pasos que dio por nuestro país: “Cuando estuve el México encontré músicos de jazz, tocamos en jam sessions. Ahí conocí a uno de mis mejores amigos, Benjamín Juárez Echenique. Fue subdirector de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y ahora se encuentra en el conservatorio de Nueva Inglaterra.”

Y se despidió con alegría, dejándonos buenos deseos: “¡Feliz año nuevo a todos los mexicanos!”.

¡Te deseamos feliz año también, tremendo artista!

Cuelgo el teléfono. Los desbordes de emoción, estrés y felicidad se me amontonaron. El aprendizaje es grande: no pierdas tiempo, siempre dedícate a crear, a construir sobre el presente. Gracias, amado Lalo, me llevo tus palabras en el corazón. Poco a poco regresa a mis oídos el bullicio de Polanco. Se me destiñe la frente. Volteo hacia la libreta y leo los garabatos de una historia que sólo yo podré descifrar para los lectores de Bop Spots. Misión cumplida.

 

Foto del archivo de Lalo Schifrin.

*Foto de portada: Peter Oszvald. Facilitada por Lalo Schifrin.